Intervención sobre Simón Bolívar y la visión de Carlos Medinaceli

Con el espacio del libro de Carlos Medinaceli —aquí lo tenemos, ahí lo tienen— nos vamos a centrar en este texto. Para contextualizar y entrar en materia, observamos la imagen que nos muestra al personaje central: un señor de patillas prominentes y brazos cruzados, nada menos que Simón Bolívar.

Mucho se ha dicho sobre este personaje: si tuvo hijos, si tuvo esposa, si fue estéril, y otros aspectos de su vida privada. Pero más allá de esos detalles, Bolívar, como cualquier ser humano, tuvo luces y sombras. En el ensayo de Carlos Medinaceli, se lo presenta como un "maestro de la energía", destacando su dinamismo: un hombre que no solo luchó por liberar territorios, sino que también redactó constituciones, lideró ejércitos y se mantuvo en movimiento constante.

Ahora bien, no todo lo que se atribuye a Bolívar es totalmente cierto. Por ejemplo, se dice que liberó cinco naciones, pero en Perú fue proclamado dictador, y en Bolivia no participó directamente en ninguna batalla. Sin embargo, no podemos negar que fue un personaje sumamente activo. Medinaceli resalta ese ímpetu casi sobrehumano, una energía inagotable. Pero, también hay que analizar otros factores del contexto histórico.

Recordemos lo que plantea Maquiavelo en El Príncipe: cuando un reino está dividido internamente, es más propenso a caer. Esto también se dio en la independencia hispanoamericana. Las fuerzas españolas estaban divididas, como en el caso de Olañeta y otros que apoyaban a diferentes monarcas. Esa falta de unidad fue determinante. A eso se sumó el apoyo de fuerzas extranjeras, como los ingleses, que por sus propios intereses colaboraron con los patriotas, especialmente porque tenían conflictos con España.

Lo mismo ocurrió siglos antes con la conquista de América. Pensar que un puñado de soldados sucios y analfabetos como los de Cortés o Pizarro hayan vencido grandes imperios como el azteca o el inca parece absurdo, pero en realidad se aprovecharon de las divisiones internas. En el caso del Tawantinsuyo, por ejemplo, los incas habían impuesto el quechua a otros pueblos como los chichas, generando resentimiento. Esas divisiones facilitaron la conquista.

Volviendo a Bolívar, no podemos negarle sus méritos, pero sí es necesario evitar el endiosamiento. Carlos Medinaceli, desde su contexto, tal vez no tenía acceso a investigaciones más recientes como las del potosino Franz Gustavo Morales, quien en su obra Héroes prestados nos recuerda que también tenemos figuras nacionales dignas de reconocimiento como Juana Azurduy, Manuel Ascensio Padilla, el coronel Carlos Medinaceli, entre muchos otros.

No se trata de negar el aporte de Bolívar, sino de poner las cosas en su lugar. En muchos casos, el poder solo pasó de manos españolas a criollas, sin cambiar realmente la situación de las clases populares. Como cualquier figura histórica, Bolívar tuvo intereses personales, y es poco realista imaginarlo como un libertador desinteresado al estilo de William Wallace. Más bien, fue un hombre con ambición y estrategia, que también supo aprovechar la coyuntura.

Por eso es importante desmitificar, como dice Morales, y reconocer a nuestros verdaderos héroes locales, como los del 10 de noviembre en Potosí, los hermanos Cuiza, y tantos otros que fueron protagonistas de la revolución desde nuestras tierras.